Las cosas irían mejor socialmente si el coaching estuviera
en los primeros estadios de la educación.
Esto haría que todos los seres humanos crecieran con
una competencia y sensibilidad para gestionar sus propias emociones y ponerlas
en relación con el otro, sublimándonos como especie.
Una de las más importantes implicaciones es que en
todos los puestos de trabajo en los que hay interacción con personas (la
mayoría por no decir todos, porque siempre habrá una interrelación por mínima
que sea) habría una sensibilidad especial.
En el caso de la medicina, es imprescindible y debería
estar incluido en los currículos universitarios, tratan con personas que están
en una situación de vulnerabilidad y hay que ser muy profesional y muy humano
desde el respeto y la admiración con el paciente para que crezca y luche por
recuperarse.
En cuanto a la educación voy a explicar lo que siento
con una metáfora de algo con lo que me siento muy identificada por trabajar en ella,
una ONG.
El coaching en educación debería ser como una ONG cuyo
fin es dejar de ser necesaria en los países donde se actúa. Es decir, acompañar
en la transformación de sociedades y personas
y desaparecer, llevándonos ambas partes la riqueza de compartir como seres humanos
vivos.
Lo ideal sería
que tanto en un caso como en otro el desarrollo de las personas se diera de
forma natural, pero no interesa, se requieren sociedades manipulables, para
obtener sus recursos naturales o bien materiales, esta es nuestra realidad y mi
compromiso es hacer todos los cambios que estén en mi mano para conseguir una
transformación, que unida a muchas otras, sea significativa en la meta del bienestar
humano.
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